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martes, 13 de noviembre de 2018

MISTERIOS GOZOSOS EN LA DIVINA VOLUNTAD




En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Oración Inicial
Oh buen Jesús, te damos gracias porque nos llamas a la unión contigo por medio de la oración. Te pedimos nos concedas la gracia de tu Espíritu, y la compañía de Maria nuestra Madre para orar como conviene. Queremos unirnos a Ti y en tu adorable Voluntad rezar este Santo Rosario.

Haz que meditemos, conservando amorosamente en nuestro corazón, el infinito tesoro de tu Vida, de todos tus actos y los de nuestra Madre Celestial, al acompañarte en estos Misterios.

Queremos sellar todos tus actos con nuestro pequeño “Te amo, te adoro, te bendigo, te agradezco, por mí y por todos” de modo que en todos ellos encuentres nuestra amorosa compañía, y hecho esto, es nuestra intención pedir a Dios nuestro Padre junto contigo, con nuestra Madre del Cielo, con todos los Ángeles y santos y con toda la Creación, que “Venga tu Reino, y que tu Voluntad se haga en la tierra como en el Cielo”. Amen.

Invocación a la Divina Voluntad
Somos nada, Dios es todo, Padre te amamos; Continúa Divina Voluntad
  •    pensando en nuestras mentes;
  •     circulando en nuestra sangre;
  •     mirando en nuestros ojos;
  •     escuchando en nuestros oídos;
  •     hablando en nuestras bocas;
  •     respirando en nuestros respiros;
  •    palpitando en nuestros corazones;
  •    moviéndote en nuestros movimientos;
  •    sufriendo en nuestros sufrimientos y nuestras almas unidas a tu Voluntad sean los crucifijos vivientes inmolados para la gloria del Padre;
  • orando en nosotros, y después ofrécete a ti mismo esta oración como nuestra para satisfacerte por las oraciones de todos y para darle al Padre la Gloria que deberían darle todas las criaturas. Amén
Acto de Contrición
-Dios mío, perdóname; yo tuve la osadía de ofenderte y de rebelarme contra ti, en el mismo instante en que tú me amabas. Me arrepiento de todo Corazón de haberte ofendido.

-Te ruego, te suplico que me concedas tu amargura, a fin de poder dolerme con ese mismo dolor con el que tú te doliste por mis pecados; dolor tan grande e intenso que te hizo sudar sangre.

-Madre Celestial, alcánzame de tu Jesús  el suspirado perdón. Yo propongo y prometo del modo más enérgico y absoluto nunca más volver a pecar. Amén.

Al Ángel de la Guarda
-Ángel mío, custodio mío, haz que viva siempre en la Voluntad de Dios. Amén.

A San Miguel Arcángel
-San Miguel Arcángel, con tu Luz,
    R. Iluminanos.
-San Miguel Arcángel, con tus alas
    R. Protégenos.
-San Miguel Arcángel, con tu espada,
    R. Defiéndenos en la Divina Voluntad



1er. Misterio Gozoso
La Anunciación

¡Ave, oh María, Reina nuestra! El Fiat Divino te ha llenado de gracia. El Verbo Divino ha ya pronunciado su Fiat y quiere venir, ya está detrás de mí; pero quiere tu Fiat para darle cumplimiento a su Fiat.

A un anuncio tan grande y tan anhelado por mí -aunque jamás había pensado que yo iba a ser la elegida-, me quedé asombrada y vacilé por un instante, pero el ángel del Señor me dijo:
¡No temas, Reina nuestra! ¡Tú has hallado gracia ante Dios! ¡Has vencido a tu Creador! Por eso para darle cumplimiento a la victoria pronuncia tu Fiat.

Yo pronuncié mi Fiat y, ¡oh, qué maravilla! Los dos Fiat se fundieron en uno sólo y el Verbo Divino descendió en mí; mi Fiat, que tenía el mismo valor que el Fiat Divino, formó con el germen de mi humanidad, la pequeña humanidad que iba a encerrar al Verbo Eterno, cumpliéndose así el gran prodigio de la Encarnación.

-*Padre Nuestro, Diez “Ave María” y Gloria

Jaculatorias:
– Madre mía, te amo y tú ámame, hazle probar un poco de Voluntad de Dios a mi alma y dame tu bendición, para que pueda hacer todas mis acciones bajo tu mirada materna.

– Jesús yo creo en tu amor por mí; hago mío todo y a todos en tu Voluntad porque te amo, y quiero amarte, alabarte, darte gracias, repararte y compensarte, por mí y por todos en tu Divina Voluntad, junto con María Santísima y Luisa.

Invocación a Luisa
Luisa, pequeña hija de la Divina Voluntad, continúa en medio de nosotros viviendo y difundiendo el Reino de la Divina Voluntad. Amén.

2º. Misterio Gozoso
La Visitación

Acompañada por San José, salí de Nazaret, enfrentando un largo viaje y atravesando las montañas para ir a visitar a Judea a Santa Isabel, que a edad avanzada milagrosamente se había convertido en madre.
Después de varios días de viaje, finalmente llegué a Judea y de inmediato me dirigí a la casa de Santa Isabel.

Ella vino a mí encuentro llena de regocijo y cuando la saludé sucedieron fenómenos maravillosos: mi pequeño Jesús exultó en mi seno y fijando los rayos de su divinidad en el pequeño Juan, que se hallaba en el seno de su madre, lo santificó, le dio el uso de la razón y le hizo saber que él era el Hijo de Dios; Juan, entonces, exultó tan fuertemente de amor y de alegría, que Isabel se sintió conmovida y habiendo sido alcanzada también ella por los rayos de la divinidad de mi Hijo, conoció que yo me había convertido en la Madre de Dios y en el ímpetu de su amor, temblando de agradecimiento, exclamó: ¿De dónde a mí tanto honor que la Madre de mi Señor venga a mí?.

-*Padre Nuestro, Diez “Ave María” y Gloria

Jaculatorias:
– Madre mía, te amo y tú ámame, hazle probar un poco de Voluntad de Dios a mi alma y dame tu bendición, para que pueda hacer todas mis acciones bajo tu mirada materna.

– Jesús yo creo en tu amor por mí; hago mío todo y a todos en tu Voluntad porque te amo, y quiero amarte, alabarte, darte gracias, repararte y compensarte, por mí y por todos en tu Divina Voluntad, junto con María Santísima y Luisa.

Invocación a Luisa
Luisa, pequeña hija de la Divina Voluntad, continúa en medio de nosotros viviendo y difundiendo el Reino de la Divina Voluntad. Amén.

3º. Misterio Gozoso
El Nacimiento de Jesús

El pequeño Jesús, delirante de amor, está a punto de salir a la luz del día; sus ansias, sus ardientes suspiros y sus deseos de querer abrazar a la criatura, de hacerse ver y de mirarla para cautivarla, no le dan reposo; y como un día se puso a la vigía a las puertas del cielo para encerrarse en mi seno, así ahora está en acto de ponerse a la vigía a las puertas de mi seno, que es más que cielo, y el sol del Verbo Eterno surge en medio al mundo y formarse en él su pleno mediodía.

De manera que para las pobres criaturas ya no habrá noche, ni alba, ni aurora, sino siempre sol, más aún que en la plenitud del mediodía.
Hija mía, para quien vive de Voluntad Divina todo es luz, todo es claro y todo se convierte en luz. 

En esta luz yo esperaba, extasiada, estrechar entre mis brazos a mi pequeño Jesús y apenas salió de mi seno yo escuché sus primeros gemidos amorosos y el ángel del Señor me lo entregó poniéndolo entre mis brazos y yo lo estreché fuertemente a mi Corazón y le di mi primer beso y el pequeño Jesús me dio el suyo.

-*Padre Nuestro, Diez “Ave María” y Gloria

Jaculatorias:
– Madre mía, te amo y tú ámame, hazle probar un poco de Voluntad de Dios a mi alma y dame tu bendición, para que pueda hacer todas mis acciones bajo tu mirada materna.

 Jesús yo creo en tu amor por mí; hago mío todo y a todos en tu Voluntad porque te amo, y quiero amarte, alabarte, darte gracias, repararte y compensarte, por mí y por todos en tu Divina Voluntad, junto con María Santísima y Luisa.

Invocación a Luisa
-Luisa, pequeña hija de la Divina Voluntad, continúa en medio de nosotros viviendo y difundiendo el Reino de la Divina Voluntad. Amén.

4º. Misterio Gozoso
La presentación de Jesús al Templo

Llegando al Templo, nos postramos y adoramos a la Majestad Suprema, y luego pusimos a mi pequeño Jesús en los brazos del sacerdote, que era Simeón, quien lo ofreció al Padre Eterno, ofreciéndolo por la salvación de todos, y mientras lo ofrecía, inspirado por Dios, reconoció al Verbo Divino y exultando por el gozo inmenso adoró y le dio las gracias a mi querido niño.

Después del ofrecimiento, tomó la actitud de profeta y predijo todos mis dolores. ¡Oh, cómo el Fiat Supremo dolorosamente me hizo sentir en mi Corazón materno, con voz solemne, la fatal tragedia de todas las penas que mi Divino Hijo debía sufrir!

Cada palabra era una espada afilada que me traspasaba, pero lo que más me traspasó el Corazón fue el oír que este celestial Infante habría sido no sólo la salvación sino también la ruina de muchos y el blanco de las contradicciones.

¡Qué pena! ¡Qué dolor! Si la Divina Voluntad no me hubiera sostenido, habría muerto al instante de puro dolor, en cambio me dio vida.

-*Padre Nuestro, Diez “Ave María” y Gloria

Jaculatorias:
– Madre mía, te amo y tú ámame, hazle probar un poco de Voluntad de Dios a mi alma y dame tu bendición, para que pueda hacer todas mis acciones bajo tu mirada materna.

– Jesús yo creo en tu amor por mí; hago mío todo y a todos en tu Voluntad porque te amo, y quiero amarte, alabarte, darte gracias, repararte y compensarte, por mí y por todos en tu Divina Voluntad, junto con María Santísima y Luisa.

Invocación a Luisa
-Luisa, pequeña hija de la Divina Voluntad, continúa en medio de nosotros viviendo y difundiendo el Reino de la Divina Voluntad. Amén.

5º. Misterio Gozoso
La presentación de Jesús al Templo

Emprendimos el camino de regreso a Nazaret. Busqué a mi alrededor para asegurarme que mi querido Jesús venía conmigo, pero no habiéndolo visto, pensé que se había ido con su padre, San José.

Cual no fue la sorpresa y el dolor que sentí cuando al llegar al punto en que nos debíamos reunir no lo vi a su lado! No sabiendo lo que había sucedido, sentimos un temor tan grande y un dolor tal, que quedamos enmudecidos.

Abrumados por el dolor, regresamos rápidamente a Jerusalén. Finalmente, exultando de gozo por la alegría, descubrí a mi Hijo entre los doctores de la ley. Hablaba con una sabiduría y majestad tal, que dejaba extasiados y sorprendidos a cuantos lo escuchaban.

Cuando Jesús terminó de hablar, nos acercamos a él con reverencia y le dirigimos un dulce regaño: “Hijo, ¿por qué nos has hecho esto?” Y él, con dignidad divina, nos respondió: “¿Por qué me buscabais? ¡No sabíais que yo he venido al mundo para glorificar a mi Padre?”

-*Padre Nuestro, Diez “Ave María” y Gloria

Jaculatorias:
– Madre mía, te amo y tú ámame, hazle probar un poco de Voluntad de Dios a mi alma y dame tu bendición, para que pueda hacer todas mis acciones bajo tu mirada materna.

– Jesús yo creo en tu amor por mí; hago mío todo y a todos en tu Voluntad porque te amo, y quiero amarte, alabarte, darte gracias, repararte y compensarte, por mí y por todos en tu Divina Voluntad, junto con María Santísima y Luisa.

Invocación a Luisa
Luisa, pequeña hija de la Divina Voluntad, continúa en medio de nosotros viviendo y difundiendo el Reino de la Divina Voluntad. Amén.
Oración
Dulce Jesús mío, unido estrechamente a ti quiero darte el testimonio de mi amor, de mi agradecimiento y de todo lo que la criatura tiene el deber de hacer para contigo, por haber tú creado a nuestra Reina y Madre Inmaculada; la más bella, la más santa, un portento de la gracia, por haberla enriquecido de todos los dones y también por haberla hecho Madre nuestra.

Esto lo hago a nombre de todas las criaturas pasadas, presentes y futuras; quiero tomar cada acto de criatura, cada palabra, cada pensamiento, cada latido y cada paso, y en cada uno de ellos decirte que te amo, te doy gracias, te bendigo, te adoro, por todo lo que has obrado en mi Madre Celestial y Madre tuya.

Por las Intenciones del Santo Padre:
+ Pater + Ave + Gloria
    
Por los fieles difuntos:
Dales Señor el descanso eterno,
R.   y brille para ellas la luz perpetua.
Descansen en paz.
     R.   Amén.

Por los sacerdotes difuntos:
Madre Santa, alcanzáles el descanso eterno,
      R.  y brille para ellas la luz perpetua.
Descansen en paz.
     R.  Amén.

ORACIÓN:
   Infunde Señor en nuestras almas el Don de tu Divina Voluntad para que los que hemos conocido el anuncio de tu Reino, en virtud de la Encarnación, Vida, Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo podamos vivir la plenitud de su Resurrección en tu Divina Voluntad sobre la tierra como en el cielo. Por Cristo Nuestro Señor. R. Amén.


La Bendición de María Santísima
Soberana Reina, estando en la Divina Voluntad, te pido para mí y para todos tu Santa Bendición.

Descienda como rocío celestial sobre los pecadores y los convierta, sobre los afligidos y los consuele, sobre todo el mundo y los transforme en bien, sobre las almas del purgatorio y atenueles el fuego que las quema. ¡Tu bendición materna sea una promesa de salvación eterna para todas las almas! 

En la Divina Voluntad María Santísima. Nos bendiga, nos guarde de todo mal, y pronuncie en nosotros su Fiat!


Jesús, derrama mi voluntad en la Tuya y dame la Tuya para vivir en ella.





 Letanía de la Virgen








1 comentario:

  1. gracias stm.. trinidad por darme la gracia de conocerte por medio deluisa

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