Cuarta Enseñanza
La Necesidad del Purgatorio
Julio 12, 1937. V.34.
“…si las almas, muriendo no están llenas hasta el borde de Amor y de Voluntad mía, las confirmo, sí, pero no entran al Cielo, las mando al purgatorio a llenar estos vacíos de amor y de Voluntad mía por caminos de penas, de ansias y de suspiros, y cuando del todo se han llenado, de modo que se ve en ellas que están ya todas transformadas en mi Amor y en mi Voluntad, entonces toman el vuelo hacia el Cielo.”
Septiembre 4, 1902. V.4.
“Hija mía, ¿qué haces? ¿No sabes que si la muerte te sorprende encontrándote inquieta te deberá tocar el purgatorio? Porque si la mente no se encuentra unida a la mía, si la voluntad no es una con la mía, los deseos no son mis mismos deseos, por necesidad te conviene la purgación para transformarte toda en Mí; por eso está atenta, piensa sólo en estarte unida conmigo y yo pensaré en lo demás.”
Marzo 10, 1935. V. 33.
“Hija mía, la criatura fue creada por Nosotros toda en orden a Nosotros, por eso es su deber sacrosanto, que en cada acto que hace llame a Aquél que la ha creado para darle el dominio y el puesto real en su acto, que por derecho le corresponde, y así el acto de la criatura recibiría el honor de poseer en su acto una Fuerza, una Luz, un acto divino.
Es nuestra Voluntad que debe estar llena toda del Ser Divino, y si esto no hace nos niega un derecho nuestro, nos pone fuera de sus actos, y sus actos quedan actos humanos, vacíos de Fuerza y de Luz divina, con unas tinieblas tan densas, que su inteligencia ve tantas sombras negras, que a tientas da algún paso; justa pena de quien puede encender la luz y no la enciende, de quien puede llamar la fuerza y no la llama, y mientras se sirve del acto y de la obra conservadora y actuante de Dios, lo pone fuera de su acto.
Ahora, es nuestro decreto que ninguno entra al Cielo si su alma no está llena hasta el borde, toda de nuestra Voluntad y de nuestro Amor, basta un pequeño vacío de esto, para que el Cielo no se abra para ella, he aquí la necesidad del Purgatorio, para vaciarse por vía de penas y de fuego de todo lo que es humano, y llenarse por vía de ansias, de suspiros y de martirios, de puro amor y de Divina Voluntad, para poder entrar en la patria celestial, y sin adquirir con tantas penas, ni mérito, ni gloria mayor, sino sólo las condiciones que se necesitan para ser admitido en la morada celestial.
En cambio, si lo hubieran hecho en la tierra con llamar nuestra Vida en sus actos, cada acto sería una gloria mayor, una belleza de más, sellado por las obras de su Creador.
¡Oh! con cuánto amor son recibidas estas almas que en sus actos han dado lugar al acto divino; al encontrarse con Nosotros, Nosotros nos reconocemos en ella y ella se reconoce en Nosotros, y reconociéndonos mutuamente es tal y tanta la felicidad de ambas partes, que todo el Cielo queda sorprendido al ver las alegrías, la gloria, las bienaventuranzas que el Ente Supremo derrama sobre esta afortunada criatura.
Por eso siempre te quiero en mi Voluntad y en mi Amor, a fin de que el Amor consuma todo lo que a Mí no pertenece, y mi Voluntad con su pincel de luz forme nuestro acto en tu acto.”
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