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SÉPTIMO EXCESO DE AMOR






INVOCACIÓN

Por intercesión de Nuestra Santísima Madre, Madre del Verdadero Dios por Quien se vive, Reina de la Divina Voluntad y Corredentora, Medianera y Abogada nuestra, y de la Sierva de Dios Luisa Piccarreta, la pequeña hija de la Divina Voluntad, pido aquí la Unción del Espíritu Santo para todos los que oren las siguientes oraciones; para que vuestros corazones y vuestras inteligencias se abran de par en par a la Luz, Amor y Sabiduría Divina de Dios, y puedan llegar a vivir en la Plenitud de Vida en la Divina Voluntad que Él ha designado para cada uno de nosotros desde toda la Eternidad, para Su Gloria, y para la nuestra en la Suya. ¡AMEN!


Madre dulcísima, bien sé que llevas en tu seno al gracioso niñito Jesús; por Él es precisamente por lo que quiero venir a ti: Escóndeme en tu seno materno, une mi voluntad a la tuya y allí nos tendrás juntos a los dos. ¿No eres tú también mi Madre?... Madre Santa, déjame darle un beso a Jesús y luego a ti. Escondo en ti mi continuo “Te Amo, todos mis actos y todas mis penas de este día para rendirle un ardiente homenaje al Hijo de Dios. 

En este día tú me serás Madre. Dirige todos mis pensamientos a Jesús; con tu mirada fija en Jesús, guía las mías para mirar a Jesús; une mi lengua a la tuya y así resuene unida nuestra voz para orar, para hablar siempre de amor..., Jesús estará contento al escuchar en mi voz la voz de su Madre. 

Haz que mi corazón palpite en el tuyo; dirige mis afectos y mis deseos a Jesús; y mi voluntad encadenada a la tuya, forme una dulce cadena de amor y de reparación a su Corazón divino, para reconfortarlo por tantas penas y ofensas. Querida Madre, asísteme y guíame en todo; dirige mis manos a Jesús y no permitas que jamás yo me vaya a poner en una ocasión indigna con la cual pueda ofenderlo. 

Escucha, oh Madre, mientras yo esté en tu seno, tu tarea sea la de hacerme del todo semejante a Jesús. que todo lo hagamos en común para que ofreciéndole todos sus actos unidos a los míos pida que venga pronto el Reino de su Voluntad Divina. De ti todo lo espero; con tus manos me darás el alimento, el trabajo, las disposiciones de lo que debo hacer, y haz que permanezca unido a ti y a Jesús. Querida Madre mía, bendíceme. AMÉN 

Séptimo Exceso 
Amor no correspondido y herido por la ingratitud de las criaturas. 

"Hija mía, no quieras dejarme solo en tanta soledad y en tanta oscuridad, no quieras salir del seno de mi Madre, para considerar bien el séptimo exceso de mi amor. 


En el seno de mi Padre Celestial, yo era plenamente feliz; no había bien alguno que yo no poseyera, felicidad, todo estaba a mi disposición... Los ángeles, reverentes, me rendían culto de suma adoración, y todos estaban pendientes a mis gestos. Pero el exceso de mi amor por el género humano podría decir que me hizo cambiar de fortuna: me despojé de todas mis alegrías y felicidades, me desprendí de todos mis bienes y de toda celestial comodidad, para revestirme con todos los males de las criaturas, a fin de proporcionarles mi felicidad eterna, mis alegrías y mis gozos eternos. Sin embargo, este cambio hubiera sido bien ligero para mí, si no hubiera encontrado en ellas la más monstruosa ingratitud y obstinada perfidia!. 

Hija Mía, escúchame: 
La ingratitud, fue la espina más punzante que me traspasó el corazón, desde mi concepción, hasta el último instante de mi vida,  hasta mi muerte.
 Mira mi corazoncito está herido y gotea sangre... ¡Que pena! ¡que dolor siento!
Jesús a la S. D. Luisa Picarreta, libreo del cielo. volumen 1

Hija mía, tú no me seas también ingrata: 
La ingratitud es la pena más dura y más cruel para tu Jesús; la ingratitud es más que cerrarme en la cara la puerta del corazón, para dejarme afuera, todo congelado de frío, sin amor..

"Hija mía, entre tantas heridas que contiene mi corazón, hay tres heridas que me dan penas mortales y tal acerbidad de dolor, que sobrepasan a todas las demás heridas juntas, y éstas son: Las penas de mis almas amantes. Cuando veo a un alma toda mía sufrir por causa mía, torturada, conculcada, dispuesta a sufrir aun la muerte más dolorosa por Mí, Yo siento sus penas como si fueran mías, y tal vez más. ¡Ah! el amor sabe abrir heridas más profundas, tanto, que hacen que las demás heridas no se sientan. La segunda herida mortal de mi corazón es la ingratitud. La criatura con la ingratitud cierra mi corazón, es más, ella misma da dos vueltas a la llave y mi corazón se hincha porque quiere derramar gracias, amor, y no puede porque la criatura me los ha encerrado y ha puesto el sello con la ingratitud, y Yo doy en delirio, desvarío sin esperanza de que esta herida me sea curada, porque la ingratitud me la va haciendo siempre más profunda, dándome pena mortal. 
Volumen 12, Enero 27,1919 

"Ahora estás libre, estréchame a ti, pues he venido para hacerte compañía y recibir en correspondencia la tuya. Mira, Yo soy el Dios aislado por las criaturas, vivo en medio de ellas, soy vida de cada uno de sus actos y me tienen como si no existiera con ellas. ¡Oh! cómo lloro mi soledad, me ha tocado la misma suerte del sol, que mientras él vive con su luz y calor en medio de todos, no hay fecundidad que de él no venga, con su calor purifica la tierra de tantas inmundicias, sus bienes son incalculables y con magnanimidad los hace descender sobre todos, pero él en lo alto vive siempre solo, y el hombre ingrato no le da jamás un gracias, un testimonio de agradecimiento. Así soy Yo, solo, siempre solo, mientras que estando en medio de ellos soy Luz de cada pensamiento, sonido de cada palabra, movimiento de cada obra, paso de cada pie, latido de cada corazón, y el hombre ingrato me deja solo, no me dice un gracias, un te amo; quedo aislado en la inteligencia, porque de la Luz que les doy se sirven para ellos y tal vez para ofenderme; quedo aislado en las palabras, porque el sonido que forman muchas veces sirve para blasfemarme; quedo aislado en sus obras, de las que se sirve para darme muerte; en los pasos, en el corazón, atentos sólo a desobedecerme y a amar lo que a Mí no pertenece. ¡Oh, cómo me pesa esta soledad! Pero mi Amor, mi magnanimidad son tan grandes, que más que sol continúo mi curso, y en mi curso voy investigando si alguno quiere hacerme compañía en tanta soledad, y encontrándolo, con él formó mi compañía perenne y lo abundo de todas mis gracias. He aquí por qué he venido a ti, estaba cansado de tanta soledad, no me dejes jamás solo hija mía.“ 
Volumen 14, Junio 26, 1922 


Después continuaba pensando en el Nacimiento del pequeño Rey Jesús y le decía. "Amado niñito, dime qué cosa hiciste cuando viste tanta ingratitud humana hacia tu Amor." Y Jesús: 
"Hija mía, si hubiera tenido en cuenta la ingratitud humana hacia tanto Amor mío, habría tomado el camino para regresarme al Cielo, y por eso habría entristecido y amargado a mi Amor y hubiera cambiado la fiesta en luto. ¿Quieres saber qué hago en mis obras más grandes para hacerlas más bellas, con el alarde y la suntuosidad más grande de mi Amor? Pongo todo a un lado, la ingratitud humana, los pecados, las miserias, las debilidades, y doy curso a mis obras más grandes como si todo lo anterior no existiera. Si Yo quisiera poner atención a los males del hombre no habría podido hacer obras grandes, ni dar curso a todo mi Amor, habría quedado impedido, sofocado en mi Amor. En cambio, para estar libre en mis obras y para hacerlas cuanto más bellas puedo, pongo todo a un lado, y si es necesario cubro todo con mi Amor, de modo que no veo más que Amor y Voluntad mía, y así sigo adelante en mis obras más grandes y las hago como si ninguno me hubiese ofendido, porque para gloria nuestra nada debe faltar al decoro, a lo bello y a la grandeza de nuestras obras. 
Volumen 35, Diciembre 25, 1937 

¿Cuántos prodigios no puedo hacer en la criatura donde encuentro mi Voluntad? 
Yo vine a la tierra para cubrir todo con mi Amor, para ahogar los mismos males y quemar todo con mi Amor. Por justicia quería resarcir a mi Padre, porque era justo que fuese reintegrado en el honor, en la gloria, en el amor y gratitud que todos le debían, por eso mi Amor no se daba paz, llenó los vacíos de su gloria, de su honor, y llegó a tanto, que por vía de amor pagó a la Divinidad por haber creado un cielo, un sol, un viento, un mar, una tierra florida y todo el resto, por lo cual el hombre no había dicho ni siquiera un gracias por los tantos bienes recibidos, había sido el verdadero ladrón, el ingrato, el usurpador de nuestros bienes. Mi Amor corría, corría para llenar los abismos de distancia entre el Creador y la criatura, pagaba por vía de amor a mi Padre Celestial, y por vía de amor recompraba a todas las generaciones humanas, para darles de nuevo la Vida de mi Voluntad; ya había formado tantas Vidas de Ella para formar con Ellas el rescate, y cuando mi Amor paga es tanto su valor, que puede pagar por todos y readquirir lo que quiere. Por eso ya has sido comprada por mi Amor, así que deja que te goce y te posea.
“ Volumen 35, Diciembre 25, 1937 

Al terminar la cena legal, te pones de pie junto con tus amados discípulos y elevas al Padre el himno de acción de gracias por haberles dado el alimento, queriendo así reparar por todas las faltas de gratitud, por todas las veces que las criaturas no te agradecen todos los recursos que nos proporcionas para la conservación de nuestra vida corporal. Es por eso que tú, ¡oh Jesús!, en todo lo que haces, en todo lo que tocas y ves, tienes siempre en tus labios estas palabras: "¡Gracias te sean dadas, oh Padre!" 

Crucificado Bien mío, veo que el Padre está tan indignado que todavía no se aplaca, porque su paternal bondad, movida por tanto amor hacia la pobre criatura, ha llenado cielos y tierra de tantas pruebas de amor y de beneficios hacia ella, que muy bien se puede decir que a cada paso y en cada acto debería sentir fluir en sí misma el amor y las gracias de ese Corazón paterno, y en cambio, la criatura siempre ingrata, despreciando este amor, no quiere reconocerlo, sino que hace frente a tanto amor, llenando cielos y tierra de insultos, de desprecios y ultrajes, llegando al grado de pisotearlo bajo sus inmundos pies, y hasta queriendo destruirlo idolatrándose a sí misma. ¡Ah, todas estas ofensas se elevan hasta el cielo y llegan ante la Majestad Divina, que se indigna sumamente al ver la villanía de la criatura que llega a insultarla y a ofenderla de mil modos! 

Pero tú, ¡oh Jesús mío!, ...obligas al Padre a que mire tu santísimo rostro, cubierto de todos estos insultos y desprecios y le dices: "Padre mío, no desdeñes a la pobre criatura; si los desdeñas a ellos es a mí a quien desdeñas. ¡Ah, aplácate! Todas estas ofensas las tengo sobre mi rostro que te responde por todos. Padre mío, detén tu furor contra la pobre humanidad; están ciegos y no saben lo que hacen. Por eso, obsérvame bien y mira cómo he quedado reducido. Si no te mueves a compasión por la mísera humanidad, que te enternezca al menos mi rostro cubierto de salivazos y sangre, amoratado e hinchado por tantas bofetadas y golpes recibidos. ¡Piedad, Padre mío! Yo era el más bello de los hijos de los hombres, y ahora estoy tan desfigurado que ya no me reconozco, me he convertido en el último de todos los hombres. Por eso, ¡a cualquier precio quiero salvar a la criatura!" 





Oh Madre Santísima, yo, (vuestro nombre ...........), pobre e indigno(a) pecador(a), renuevo y ratifico hoy en tus manos, los votos de mi Bautismo; renuncio para siempre a Satanás, a sus ostentaciones y maniobras, y me entrego enteramente a Jesucristo, la Sabiduría Encarnada, a cargar mi cruz ante Él todos los días de mi vida, y a ser fiel a Él más que nunca lo he sido.

Oh Inmaculada Madre, en presencia de todas las Cortes Celestiales, te elijo en este día por Madre, Maestra y Reina. A Ti consagro TODO mi ser, TODA mi vida, mi voluntad, TODOS mis actos, TODA mi familia, y ABSOLUTAMENTE TODO, para que Tú hagas con ellos según tu Voluntad para la mayor Gloria de Dios.

Oh Madre dulcísima, heme aquí postrado a los pies de tu Trono. Soy tu pequeño hijo(a) y quiero darte TODO mi amor; quiero encerrar en tu Corazón Materno, mis penas, mis temores, mis debilidades y TODO mi ser.

Oh Santísima Madre, Reina y Madre de La Divina Voluntad, a Ti entrego mi voluntad para que Tú me la cambies por la Voluntad Divina. Átala Oh Madre junto con la Tuya a los pies del Trono Celestial, y dame la Voluntad Divina como CENTRO de mi vida. 

Revélame Oh Madre Su Vida. Te ruego que me mantengas siempre refugiado en tu Inmaculado Corazón y que suplas por todos mis actos, para que sean siempre hechos y vividos en el Divino Querer. 

Ayúdame Oh Madre a vivir en Su Plenitud. Haz descender el Espíritu Santo a mi alma para que queme todo lo que es humano, y con Su Soplo refrigerante impere sobre mí y me confirme en la Divina Voluntad.

Unido a Ti oh Santísima Madre, me ofrezco contigo a la Santísima Trinidad, para restituirles el honor y la gloria de toda la Creación que nosotros le habíamos quitado haciendo nuestra voluntad. 

Escucha Madre queridísima, para hacer más solemne la consagración de mi voluntad a Ti, llamo a la Trinidad Sacrosanta, a todos los Ángeles, a todos los Santos, y delante de todos prometo, y con juramento, hacer solemne consagración de mi voluntad, de toda mi vida y de todos mis actos a mi Madre Celestial.

Oh Madre Santísima, yo soy TOTUS TUUS y acepto y acojo tu sello en mí. He aquí a tu hijo, llévame a VIVIR en el Reino de la Divina Voluntad, y haz que ELLA sea siempre mi PRIMER ACTO, mi ALIMENTO, mi VIDA.

Oh Madre Santísima, en la Unidad de la Divina Voluntad, yo pido en unión Contigo, con Nuestro Señor Jesucristo, y con todos los Ángeles y Santos: "Oh Padre Eterno, VENGA TU REINO; HÁGASE TU VOLUNTAD ASÍ EN LA TIERRA COMO EN EL CIELO” ¡AMÉN!


1 comentario:

  1. Dios te bendiga por este trabajo que realizaste tan hermoso para darnos acceso a las oraciones en la divina voluntad

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