INVOCACIÓN
Por intercesión de Nuestra Santísima Madre, Madre del Verdadero Dios por Quien se vive, Reina de la Divina Voluntad y Corredentora, Medianera y Abogada nuestra, y de la Sierva de Dios Luisa Piccarreta, la pequeña hija de la Divina Voluntad, pido aquí la Unción del Espíritu Santo para todos los que oren las siguientes oraciones; para que vuestros corazones y vuestras inteligencias se abran de par en par a la Luz, Amor y Sabiduría Divina de Dios, y puedan llegar a vivir en la Plenitud de Vida en la Divina Voluntad que Él ha designado para cada uno de nosotros desde toda la Eternidad, para Su Gloria, y para la nuestra en la Suya. ¡AMEN!
Madre dulcísima, bien sé que llevas en tu seno al gracioso niñito Jesús; por Él es precisamente por lo que quiero venir a ti: Escóndeme en tu seno materno, une mi voluntad a la tuya y allí nos tendrás juntos a los dos. ¿No eres tú también mi Madre?... Madre Santa, déjame darle un beso a Jesús y luego a ti. Escondo en ti mi continuo “Te Amo, todos mis actos y todas mis penas de este día para rendirle un ardiente homenaje al Hijo de Dios.
En este día tú me serás Madre. Dirige todos mis pensamientos a Jesús; con tu mirada fija en Jesús, guía las mías para mirar a Jesús; une mi lengua a la tuya y así resuene unida nuestra voz para orar, para hablar siempre de amor..., Jesús estará contento al escuchar en mi voz la voz de su Madre.
En este día tú me serás Madre. Dirige todos mis pensamientos a Jesús; con tu mirada fija en Jesús, guía las mías para mirar a Jesús; une mi lengua a la tuya y así resuene unida nuestra voz para orar, para hablar siempre de amor..., Jesús estará contento al escuchar en mi voz la voz de su Madre.
Haz que mi corazón palpite en el tuyo; dirige mis afectos y mis deseos a Jesús; y mi voluntad encadenada a la tuya, forme una dulce cadena de amor y de reparación a su Corazón divino, para reconfortarlo por tantas penas y ofensas. Querida Madre, asísteme y guíame en todo; dirige mis manos a Jesús y no permitas que jamás yo me vaya a poner en una ocasión indigna con la cual pueda ofenderlo.
Escucha, oh Madre, mientras yo esté en tu seno, tu tarea sea la de hacerme del todo semejante a Jesús. que todo lo hagamos en común para que ofreciéndole todos sus actos unidos a los míos pida que venga pronto el Reino de su Voluntad Divina. De ti todo lo espero; con tus manos me darás el alimento, el trabajo, las disposiciones de lo que debo hacer, y haz que permanezca unido a ti y a Jesús. Querida Madre mía, bendíceme. AMÉN
Octavo Exceso
Amor mendicante, gimiente y suplicante.
"Hija mía, no me dejes solo; sigue apoyando tu cabeza sobre el seno de mi Madre, que también desde afuera sentirás mis gemidos y mis súplicas; pero verás que ni mis gemidos ni mis súplicas moverán a compasión por mi amor a la ingrata criatura; y me verás entonces, pequeñito todavía, extender mi mano como el más pobre de los mendigos, pidiéndoles por piedad sus almas, al menos como limosna. De esta forma espero atraer a mí sus afectos y sus corazones congelados por el egoísmo. Mi amor, hija mía, quiere vencer a cualquier precio al corazón del hombre; y por eso, viendo que después de haber usado el séptimo exceso de mi amor, era todavía reacio, haciéndose el sordo y sin preocuparse de mí ni de mis bienes, me he decidido a ir más allá.
"Hija mía, dame tu corazón que es mío y yo te daré todo lo que quieras, hasta mí mismo, con tal de que me des a cambio tu corazón, aunque esté frío de amor; yo lo calentaré al contacto de mi Corazón y lo convertiré en llamas, en llamas que destruyan en ti todo afecto que no sepa de cielo. Si he bajado del cielo para encarnarme en el seno materno, has de saber que lo he hecho precisamente para hacerte entrar en el seno de mi Padre Celestial. ¡Ah, no me lo niegues, no hagas vanas mis esperanzas, que serán para ti certezas de bienes infinitos...!"
Pero, a pesar de esto, viendo a la criatura todavía reacia a mi amor y que incluso me ha vuelto la espalda y se ha alejado de mí, he tratado de detenerla, y con los gemidos más tiernos y suplicantes, y uniendo mis manitas, he buscado disuadirla, diciéndole con una voz sofocada por los sollozos: "Ah, ¿no ves, alma mía, que yo no soy sino el pequeño mendigo, que no pide otra cosa de limosna que sólo tu corazón? ¿Pero será posible, hija mía, que no quieras tu comprender que éste modo de obrar mío no es sino el exceso más grande de mi amor no correspondido? ¿Que el Creador, para atraer a la criatura a su amor, tome aspecto de pequeño niñito para no atemorizarla y que llegue a pedirle, de limosna, su deforme corazón, y viéndola recalcitrante y reacia y que no se lo quiere dar, le ruegue, le suplique, gima y llore..., esto no te mueve a compasión? ¿No ablanda tu corazón?“
Y sin embargo, hija mía, la criatura racional parece que haya perdido del todo el uso de razón, que mientras debería quedar ahogada en las llamas de mi amor divino, trata por el contrario de deshacerse de él, para ir en busca de los más bestiales placeres, por los que tendrá que precipitarse en el caos infernal, donde mucho más amargamente llorará eternamente."
A estas palabras de Jesús me sentía llenar de ternura y al mismo tiempo me sentía horrorizar y estremecer, pensando en la ingratitud humana y en sus tristisimas consecuencias, irreparables y eternas. Mientras me hallaba sumergida en esta amarga consideración, la voz de mí Jesús se volvió a escuchar en mi interior así:
"Y tú, hija mía, ¿no querrías darme tu corazón? ¿Querrías tú acaso que también por ti llore y rompa en gemidos y súplicas, para lograr la posesión de tu corazón?“
"Amado Jesús mío”,
Ya no llores; sí, sí que te doy no sólo el corazón, sino toda mí misma; no vacilo en dártelo, sino que para hacerte un don más agradable quisiera primero quitar de mi frío corazón todo lo que no es tuyo. Dame por tanto, gracia eficaz para hacerlo semejante al tuyo, para que puedas tomar en él estable y perenne morada.
Me sentía como dentro de un baño de amor que me penetraba hasta la medula de los huesos, ahora me hablaba Jesús de amor y de cuánto me amaba, y ahora le hablaba yo de amor. Lo bello era que a veces Jesús no se dejaba ver, y yo nadando en este baño de amor sentía rompérseme el cerco de la pobre naturaleza y me lamentaba con Jesús, y Él me susurraba al oído:
"EL AMOR SOY YO, y si tú sientes el amor, cierto es que estoy contigo.“ "Escúchame bien hija mía y comprenderás lo que Yo te digo: No hay cosa creada que no tenga vida de mi corazón, todas las criaturas son como tantas cuerdas que salen de mi corazón y que tienen vida de Mí, por eso por necesidad y naturalmente todo lo que hacen repercute en mi corazón, aunque sea un solo movimiento, por consecuencia si hacen mal, si no me aman, me dan continua molestia, aquella cuerda hace sonar en mi corazón sonidos de disgustos, de amarguras, de pecados y forma sonidos lúgubres que me vuelven infeliz por parte de aquella cuerda o vida que sale de Mí; en cambio si me ama y está toda atenta a contentarme, aquella cuerda me da continuo placer y forma sonidos festivos, dulces, que armonizan con mi misma Vida, y por parte de aquella cuerda Yo gozo tanto, hasta volverme feliz y gozar por causa suya mi mismo paraíso.
Volumen 10, Febrero 8, 1911
"Hija mía, Yo soy Amor, e hice a las criaturas todo amor: los nervios, los huesos, las carnes, son tejidos de amor; y después de haberlas tejido de amor hice correr en todas sus partículas, como cubriéndolas con un vestido, la sangre, para darles vida de amor, así que la criatura no es otra cosa que un complejo de amor, y no se mueve por ninguna otra cosa sino sólo por amor, ...
¿Cuál no será mi dolor al ver en las criaturas la propiedad de mi Amor que he puesto en ellas, profanado, contaminado en otro uso? Yo, para custodiar este Amor salido de Mí y dado a las criaturas, me estoy en torno a ellas como un pobre mendigo, y conforme la criatura se mueve, late, respira, obra, habla, camina, le voy mendigando todo, y le pido, le suplico y le ruego que me dé todo a Mí diciéndole: "Hija, no te pido sino lo que te he dado, es por tu bien, no me robes lo que es mío: El respiro es mío, respira sólo para Mí; el latido, el movimiento son míos, late y muévete sólo por Mí; y así de todo lo demás." Pero con sumo dolor soy obligado a ver que el latido toma un camino, el respiro otro camino, y Yo, el pobre mendigo, me quedo en ayunas, mientras que el amor de sí misma, de las criaturas, de las mismas pasiones, quedan saciados; ¿puede haber injusticia mayor que ésta? Hija mía, quiero desahogar contigo mi Amor y mi dolor, pues sólo quien me ama me puede compadecer.“
Volumen 11, Febrero 26, 1912 »
"Es tanto mi amor por ti, que no sólo no tiene principio, sino que no tendrá fin, y en estas dos palabras puedes comprender cuán grande, fuerte y constante es mi Amor por ti."
He considerado todo esto por un poco de tiempo, y veía un abismo de distancia entre mi amor y el suyo, y toda confundida he dicho: "Señor, ¡qué diferencia entre mi amor y el tuyo! El mío no sólo tiene principio, sino que en el pasado veo vacíos en mi alma de no haberte amado."
Y Jesús compadeciéndome toda me ha dicho:
"Amada mía, no puede haber igualdad entre el Amor del Creador y el de la criatura, sin embargo hoy te quiero decir una cosa que te será de consolación y que no has entendido. Debes saber que cada alma durante todo el curso de su vida está obligada a amarme constantemente, sin ningún intervalo, y no amándome siempre quedan en el alma tantos vacíos por cuantos días, horas, minutos ha dejado de amarme, y nadie podrá entrar al Cielo si no ha llenado estos vacíos, y sólo podrá llenarlos: o amándome doblemente el resto de su vida, o si no alcanza los llenará a fuerza de fuego en el purgatorio. Ahora, tú cuando estás privada de Mí, la privación del objeto amado hace duplicar el amor, y con esto vienes a llenar los vacíos que hay en tu alma.“
Volumen 4, Julio 16, 1901
¡Ah! sí, ámame por todos, sáciame de amor; en Mí no hay pasiones, pero si pudiera tener alguna pasión, la sola y única pasión sería el amor. Pero el amor en Mí es más que pasión, es mi Vida, y si las pasiones se pueden destruir, la vida no. Ve en qué necesidad de ser amado me encuentro, por eso ámame, ámame.”
Volumen 8, Febrero 9, 1908
Siento que el Querer Divino me llama a cada instante porque quiere ser amado, y como a mi amor apenas puedo llamarlo gotitas, Él quiere darme el suyo a fin de que yo tenga mares de Amor, no gotas, para decirle que lo amo mucho, mucho. ¡Qué bondad! Quiere poner de lo suyo para tener el contento de poder decir que la criatura lo ama. Mientras estaba en esto, mi siempre amable Jesús ha regresado a visitar mi pobre alma, el corazón le latía fuertemente y estrechándome a Sí entre sus brazos, me ha dicho:
Volumen 36, Mayo 10, 1938
"Hija bendita de mi Amor, Yo ardo, me siento desfallecer, deliro porque quiero ser amado, ¿y para obtener mi intento sabes qué hago?
Pongo mi Amor en el corazón de la criatura, se lo hago correr en la mente, en las palabras, en las obras, en los pasos, y convierto todo este Amor que le corre por todas partes en monedas de Amor divino, y para hacerlas correr como monedas que nos pertenecen, en ellas acuño una imagen escrita sobre su canto que dice: "Jesús, Rey del reino de la Divina Voluntad."
Estas monedas de Amor son un medio que damos a la criatura para poder decir con derecho: "Te he amado.“ y puede comprar lo que quiere y ama, por lo tanto puede comprar nuestra Santidad, nuestra misma Voluntad, nuestras virtudes, y si quiere más amor, tiene monedas suficientes para comprarlo. ¡Oh, cómo gozamos al ver que la criatura ya no es pobre, sino rica, y tiene tanto que puede llegar hasta comprar nuestras virtudes, nuestra misma Santidad! ¡! Pero esta moneda de Amor la damos a quien vive en nuestro Querer, porque esta criatura no hará despilfarro de ella, la sabrá conservar, la multiplicará para podernos amar siempre más y darnos un alivio a nuestras llamas que nos devoran.“
Volumen 36, Mayo 10, 1938
Oh Madre Santísima, yo, (vuestro nombre ...........), pobre e indigno(a) pecador(a), renuevo y ratifico hoy en tus manos, los votos de mi Bautismo; renuncio para siempre a Satanás, a sus ostentaciones y maniobras, y me entrego enteramente a Jesucristo, la Sabiduría Encarnada, a cargar mi cruz ante Él todos los días de mi vida, y a ser fiel a Él más que nunca lo he sido.
Oh Inmaculada Madre, en presencia de todas las Cortes Celestiales, te elijo en este día por Madre, Maestra y Reina. A Ti consagro TODO mi ser, TODA mi vida, mi voluntad, TODOS mis actos, TODA mi familia, y ABSOLUTAMENTE TODO, para que Tú hagas con ellos según tu Voluntad para la mayor Gloria de Dios.
Oh Madre dulcísima, heme aquí postrado a los pies de tu Trono. Soy tu pequeño hijo(a) y quiero darte TODO mi amor; quiero encerrar en tu Corazón Materno, mis penas, mis temores, mis debilidades y TODO mi ser.
Oh Santísima Madre, Reina y Madre de La Divina Voluntad, a Ti entrego mi voluntad para que Tú me la cambies por la Voluntad Divina. Átala Oh Madre junto con la Tuya a los pies del Trono Celestial, y dame la Voluntad Divina como CENTRO de mi vida.
Revélame Oh Madre Su Vida. Te ruego que me mantengas siempre refugiado en tu Inmaculado Corazón y que suplas por todos mis actos, para que sean siempre hechos y vividos en el Divino Querer.
Ayúdame Oh Madre a vivir en Su Plenitud. Haz descender el Espíritu Santo a mi alma para que queme todo lo que es humano, y con Su Soplo refrigerante impere sobre mí y me confirme en la Divina Voluntad.
Unido a Ti oh Santísima Madre, me ofrezco contigo a la Santísima Trinidad, para restituirles el honor y la gloria de toda la Creación que nosotros le habíamos quitado haciendo nuestra voluntad.
Escucha Madre queridísima, para hacer más solemne la consagración de mi voluntad a Ti, llamo a la Trinidad Sacrosanta, a todos los Ángeles, a todos los Santos, y delante de todos prometo, y con juramento, hacer solemne consagración de mi voluntad, de toda mi vida y de todos mis actos a mi Madre Celestial.
Oh Madre Santísima, yo soy TOTUS TUUS y acepto y acojo tu sello en mí. He aquí a tu hijo, llévame a VIVIR en el Reino de la Divina Voluntad, y haz que ELLA sea siempre mi PRIMER ACTO, mi ALIMENTO, mi VIDA.
Oh Madre Santísima, en la Unidad de la Divina Voluntad, yo pido en unión Contigo, con Nuestro Señor Jesucristo, y con todos los Ángeles y Santos: "Oh Padre Eterno, VENGA TU REINO; HÁGASE TU VOLUNTAD ASÍ EN LA TIERRA COMO EN EL CIELO” ¡AMÉN!
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